sábado, 30 de julio de 2011

Euforia. Tormento. Noches en vela. Días inactivos. Sueña despierta delante del ordenador. Se olvida el bolso en el supermercado. Sigue de largo donde debería doblar. Habla en voz alta mientras camina sola. Planea lo que le diría, o lo que debería haber dicho. Lo que le dirá en un proximo encuentro. Corre riesgos estúpidos. Dice tonterias. Se rie demasiado. Habla de lo que no debe. Revela secretos. Pasea de madrugada. Algo que dijo él aún le resuena en los oídos. Ve su sonrisa si cierra los ojos. Atesora las entradas de las películas que vieron. ¿Qué pensaría del libro que está leyendo? Un perfume despierta un sinfín de recuerdos. Una canción le provoca sollozos. Llora un promedio de cien lágrimas diarias. Y duerme, calcula, unas cuatro horas por la noche.
Pierde el apetito, pero a veces asalta la nevera a las seis de la mañana. Cree reconocerlo en la oscuridad de los bares y luego se da cuenta de que se ha equivocado. Escribe su nombre en servilletas sucias, y le tiemblan las manos si descuelga el teléfono. El pulso de la sangre resuena en los oídos. Una llamada podría abrir las puertas del cielo. El grifo de la ducha se queda siempre abierto.
Acaricia a los niños en el autobús y los perros sarnosos que cruzan las aceras. Si camina a su lado, siempre piensa que cae y tiene que recordar cómo diablos se camina. Se cambia de ropa delante del espejo setenta y siete veces antes de cada cita. Se descubre imitando gestos que le ha copiado. Repitiendo sus frases en las conversaciones.
Bebe demasiado, come chocolate. Deja las llaves puestas en la cerradura. Cuando duerme sola se abraza a la almohada. Sopesa cada instante del tiempo compartido. Se sabe de memoria su talla de jersey. Pantalones, camisas, calcetines y botas. Enumera sus fallos para no idealizarlo. Y acaba por pensar que iluminan sus virtudes. Nada setenta largos. No para a descansar. Intenta pensar sólo en las brazadas y el agua. Sale tiritando y no consigue olvidarse. Lee libros de autoayuda que no le gustarían. Habla sola en la parada de autobús, o con desconocidos. Se ha pintado de negro las uñas de los pies. Nunca llega a tiempo a una sola cita. Grita como una loca bajo el chorro del agua. Al menor de sus gestos se le congela el pulso. Escribe cartas absurdas que nunca le ha enviado. Redacta tonterías sin pies ni cabeza. Sospecha que la química no haría nada por ella.


jueves, 14 de julio de 2011


" Durante los últimos cinco años mi vida no ha seguido un rumbo fijo. Yendo de nada a nada, sin patrón ni destino, sin refugio ni brújula. A la deriva. Empeñada en la inútil huida de mi misma, en busca de un lugar donde caerme viva. Bebiendo cubalibres y fumando chinos y tragando éxtasis y sirviendo copas y besando labios y chupando pollas y aprobando exámenes y redactando trabajos y leyendo libros y escribiendo poesías, por lo general bastante malas, todo hay que reconocerlo. Poli-toxicómana confesa y pendón vocacional. Digamos que quería ser Burroughs, como Gema, supongo, aspiraba a ser Jane Bowles. He probado todas las drogas disponibles y me he acostado con todos los hombres más o menos presentables que se me ponían a tiro. Me lo he pasado bien, en suma. O quizá lo he pasado fatal. Puede que ni siquiera me haya enterado.
Una vida en perpetuo movimiento, la búsqueda en la calle de la droga, el temor al palo y la denuncia, la travesía continua de la ciudad, salidas a horas intempestivas, encuentros en lugares inesperados, persecuciones, engaños, traiciones, revanchas, nuevas caras, nueva gente, nuevos yonkis y camellos, chinos, chutas, papelinas, rohipnol, palos, broncas, buprex, monos, pastillas para superar el mono, calabozos de cárceles y celdas de clínicas, la amenaza constante de los maderos, idas y venidas, ningún lugar seguro, ningún día igual a otro. El vértigo de la aventura, el coqueteo con la muerte.
"


sábado, 9 de julio de 2011



Y un día me besaste, el tiempo pasaba, el tiempo volaba y todo parecía tan fácil, tan sencillo, tan libre, tan nuevo y tan único, íbamos al cine. Los dos estábamos cerca, tan cerca... Siempre íbamos al cine...