miércoles, 12 de abril de 2017

"Contemplar las formas humanas me alimenta y me reconforta"

Un joven Rodin de apenas 24 años conoció al amor de su vida. Marie Rose Beuret. "Se ató a mí como un animalillo", confesaría más tarde, su cara de gatita le inspiró Joven con sombrero de flores y ella pronto le dio un hijo, Auguste, al que Rodin nunca reconoció.

Con el éxito Rodin descuidó cada vez más a Rose e incluso llegó a ausentarse en ocasiones durante días, hasta que en 1883 su pasión creadora pasó a llamarse Camille Claudel. Mientras tanto, Rose apretaba los dientes. Contará, mucho más tarde, cómo pasaba sola las noches de Año Nuevo, mientras Rodin cubría a Camille de flores.

Rodin, eso sí, no abandonó a su Rose y Camille, poco a poco, se trastornó.

Rodin disecciona hasta el infinito su objeto de estudio: persigue sin cesar sus cuerpos, traduce su carne en mármol o barro; las vemos separar las piernas, ponerse a gatas, acariciarse... Entre sus favoritas está la joven pintora y mujer de letras Gwen John, su amante desde 1904 hasta que, tres años más tarde, es sustituida por la duquesa de Choiseul.

Triste y debilitado, el escultor ya no trabaja. Muere el 17 de noviembre de 1917. Auguste y Rose reposan el uno al lado del otro en una tumba sellada con un inmenso Pensador. Inseparables para siempre.



domingo, 9 de abril de 2017

Engaño.
No creo que pueda curarme de todo. Engatusar, engañar, conducir o arrastrar a los demonios de mí. Pensé verdaderamente que podías hacer que cicatrizara mágicamente. Pensé verdaderamente que podrías hacerlo bien si me besaras una vez más, ayudándome a afrontar la pesadilla. Pero estás lejos, demasiado envenenado para mí y demasiado envenenada para ti.
Parezco tonta por pensar que podía despertar de tu sueño, de que podría curarme realmente.
Fallando constantemente, buscando algo que me pueda gustar. Pero estás más allá de un signo visible de tu despertar y ocultando alguna memoria envenenada.

Envenenada y sin esperanza. Bella durmiente.




He aquí que tú estás sola y que estoy solo...

He aquí que tú estás sola  y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y  yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar

muriendo es nuestra muerte.


Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.

Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.

En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,

me faltarás, amor, nos faltaremos.