jueves, 19 de febrero de 2015


"Quieren ser partícipes de ese nuevo mundo de posibilidades y libertad. Donde no existe el mal, pero tampoco el bien. En general, en la vida no hay verdaderos malos a los que apedrear mentalmente desde una butaca. Pero si alguien muere por su pobre destino, no vamos a dejar de reír. Si perdemos el coche, ya lo cubre el seguro, ¿no? O se compra uno nuevo. No hay preocupaciones y nada importa, tanto o tan poco que no sabemos qué hacer. Y pasa el tiempo. Y habrá que amarse o habrá que hacer el amor. Algo hay que hacer, porque hay que llenar el tedio antes de aburrirse y abandonar el juego. Podemos hacer el payaso, gastar chistes xenófobos, disfrazarnos, bailar... La vida moderna es divertida. Lástima que las líneas puras y el diseño moderno nos vuelvan abstrusos a la emoción. Entre tanto juego y silencio, el asunto puede llegar a un nihilismo dulce. Podemos no ser nada para el otro con el que estamos eligiendo compartir nuestra vida. Ocultando así nuestra identidad o negándola. 
Vittoria dice a Piero: "No es necesario conocerse para quererse, ni siquiera tal vez haya necesidad de querernos". A él le parece bien todo, incluso la mentira. Ella le dice: "Te veré todos los días", pero se va con una sensación de no volver más, o tal vez si. La verdad, es que da igual que ella vuelva o no".

¿Verdad?