París arde dentro de mi como una gran bola de fuego. Recorre mi pecho, se acoge al reloj que hay en él y va marcando el ritmo. Este París que es ahora llamas fue en otro momento el azul más claro e ingenuo, vía recta sin pérdida, clara imagen de lo que parecía ser la más sincera ciudad que hubiera habitado.
Ahora es cuchilla de doble filo donde a tientas puedes andar. Ya nada en este París mío es auténtico, ya nada se sabe de lo que fue, sólo se sabe el olor de las llamas, inquietas por salir y cubrirlo todo de fuego; y los violentos coletazos de una tensión a punto de saltar como una bomba y hacerlo todo cenizas.
Porque ya nada será la ciudad que nos dimos a conocer.
Porque el ahora ha ganado al antes.
Porque ese juego pintado a tiza en el suelo será , al fin, borrado por el fuego de nuestro olvidado París.